Y todos los
hombres se reunieron alrededor de Jesús y sus rostros brillaban con
el deseo de oír las palabras que venían de sus labios. Y El levantó
su rostro hacia el sol naciente y el esplendor de sus rayos llenaron
sus ojos cuando habló:
El Templo Santo puede ser construido únicamente con las comuniones
antiguas, aquellas que se hablan, aquellas que se piensan y aquellas
que se viven; pues si ellas se hablan únicamente con la boca, son
como una colmena que las abejas han abandonado y no da más miel. Las
comuniones son como un puente, puede ser construido únicamente con
paciencia, así como se construye un puente sobre el río, piedra por
piedra a medida que se encuentran por las orillas del agua.
Las comuniones son catorce en número, los ángeles del Padre
Celestial son siete en número y los ángeles de la Madre Tierra son
siete en número. Y como las raíces de los árboles cavan en la tierra
y son nutridos, y las ramas de los árboles levantan sus brazos al
cielo, así es el hombre, como el tronco del árbol con sus raíces
profundas en el corazón de la Madre Terrenal y su espíritu
ascendiendo a las estrellas brillantes de su Padre Celestial. Y las
raíces del árbol son los ángeles de la Madre Terrenal y los brazos
del árbol son los ángeles del Padre Celestial y este es el Sagrado
Árbol de la Vida que crece en el Mar de la Eternidad.
La PRIMERA COMUNIÓN es con el Ángel del Sol, el que viene cada
mañana, como una doncella de su cámara, para derramar su Luz dorada
sobre el mundo.
Oh tu, inmortal, brillante, corcel veloz, Ángel del Sol. No hay
calor sin ti, no hay vida sin ti. El verde de los árboles sale para
adorarte y es a través de ti como el diminuto grano de trigo se
convierte en un río de espigas doradas mecidas con el viento. A
través de ti se abre la flor en el centro de mi cuerpo. Por eso
nunca deseo ocultar lo que hay en mi, procedente de ti.
Ángel del Sol, mensajero santo de la Madre Terrenal, entra en el
Templo Santo dentro de mi y dadme el Fuego de Vida.
La SEGUNDA COMUNIÓN es con el Ángel del Agua. El que hace que la
lluvia caiga sobre las llanuras áridas, quien llena la fuente seca
hasta desbordar. Si, te adoramos Agua de Vida.
Desde el Mar Celestial las aguas corren y fluyen de las fuentes
inagotables. En mi sangre fluyen mil fuentes puras, vapores, nubes y
todas las aguas que se esparcen sobre los Siete Reinos.
Todas las aguas que el Creador ha hecho son santas. La voz del Señor
está sobre las aguas, el Dios de Gloria se hace sentir; el Señor
está sobre muchas aguas.
Ángel del Agua, mensajero santo de la Madre Terrenal, entra en la
sangre que fluye a través de mi, baña mi cuerpo con la lluvia que
cae del cielo y dadme el Agua de Vida.
La TERCERA COMUNIÓN es con el Ángel del Aire, quien esparce el
perfume de campos de dulces aromas, de hierbas primaverales después
de la lluvia, del capullo que se abre de la Rosa de Sharon.
Adoramos el Alimento Santo que está colocado más alto que todas las
cosas creadas. Mirad pues, el eterno y soberano espacio luminoso
donde reinan las incontables estrellas, es el aire que nosotros
respiramos y es el aire que nosotros exhalamos.
Y en el instante entre la aspiración y la exhalación están ocultos
todos los misterios del Edén Infinito.
Ángel del Aire, mensajero santo de la Madre Terrenal, entra en lo
profundo de mi, como la golondrina cae recta del espacio, para que
yo pueda saber los secretos del viento y la música de las estrellas.
La CUARTA COMUNIÓN es con el Ángel de la Tierra. El, quien produce
el cereal y las uvas de la plenitud de la Tierra. El, quien trae a
los niños de la unión de los esposos. El, quien sembrará la tierra
con el brazo derecho y con el brazo izquierdo; a su voluntad, ella
dará en abundancia, frutos y granos, plantas doradas surgiendo de la
tierra en la primavera hasta los confines de la tierra, hasta los
confines de los ríos, tan lejos como el sol se levanta, para
impartir sus dones de alimento al hombre.
Esta ancha tierra que yo alabo, expandida con caminos, la
productiva, la completamente fértil, Tu Madre, planta santa. Si
alabo las tierras donde tu creces, perfumada, sutilmente esparcida,
lo bueno del Señor. El, quien siembra el cereal, las uvas y las
frutas.
Y su cosecha será abundante y sus sembrados madurarán en los montes.
Como una recompensa para los seguidores de la Ley, el Señor envió el
ángel de la Tierra, mensajero santo de la Madre Terrenal para hacer
germinar las plantas y hacer fértil al vientre de la mujer, porque
la tierra nunca puede estar sin la risa de los niños. Adoremos al
Señor en El.
La QUINTA COMUNIÓN es con el Ángel de la Vida, El, quien da
fortaleza y vigor al hombre. Pues, mirad, que si la cera no es pura
¿cómo puede entonces la vela dar una llama firme? Id, entonces hacia
los árboles que crecen altos y delante de uno de ellos que sea
hermoso, que sea alto y fuerte, decid estas palabras: Salve a ti oh
magnífico Árbol de Vida, hecho por el Creador. Entonces el río de la
vida fluirá entre tu y tu hermano el árbol y la salud del cuerpo, la
agilidad del pie, la agudeza de los oídos, la energía de los brazos
y la vista del águila serán vuestros.
Así es la comunión con el Ángel de la Vida, mensajero santo de la
Madre Terrenal.
La SEXTA COMUNIÓN es con el Ángel del Regocijo; El, que desciende
sobre la tierra para dar belleza a todos los hombres. Ya que el
Señor no se adora con tristezas ni con gritos de desespero; dejad
vuestros gemidos y lamentaciones y cantad al Señor un nuevo cántico,
cantad al Señor toda la tierra, que los cielos se regocijen y la
tierra se alegre, que los campos estén jubilosos y que las aguas se
agiten, que todos los montes estén gozosos delante del Señor. Para
que valláis con alegría y estéis en paz, las montañas y las colinas
se abrirán delante de vosotros en cánticos.
Ángel del Regocijo, mensajero de la Madre Terrenal, cantaré al Señor
mientras viva, entonaré alabanzas a mi Dios en toda mi existencia.
La SÉPTIMA COMUNIÓN es con nuestra Madre Terrenal. Ella, quien envía
sus ángeles para guiar las raíces del hombre y los envía a lo más
profundo de la tierra bendecida.
Invocamos a la Madre Terrenal, la protectora santa, la defensora. Es
Ella quien restablecerá el mundo, la tierra es suya y la plenitud de
la tierra, el mundo y todos lo que moran en él.
Adoramos la buena, la fuerte, la bondadosa Madre Terrenal y a todos
sus ángeles generosos, valientes y plenos de energía, fuente de
bienestar, benévola y fuente de salud.
A través de tu brillantez y gloria las plantas germinan en la tierra
en las eternas primaveras. A través de tu brillantez y gloria los
vientos soplan, precipitando las nubes hacia las fuentes
inagotables.
La Madre Tierra y yo somos uno. Tengo mis raíces en Ella y Ella se
complace en mi en concordancia con la Ley Santa.
Entonces hubo un gran silencio, mientras la muchedumbre reflexionaba
las palabras de Jesús. Y hubo nueva energía en ellos y el deseo y la
esperanza brillaban en sus rostros.
Y luego un hombre dijo: Maestro, estamos llenos de júbilo para
comenzar nuestra comunión con los ángeles de la Madre Terrenal quien
sembró los grandes jardines de la tierra. Pero ¿Y los ángeles del
Padre Celestial que rigen la noche? ¿Cómo caminaremos hacia ellos si
están tan lejos de nosotros y son invisibles a nuestros ojos? Pues
podemos ver los rayos del sol, sentir el agua fresca de la corriente
donde nos bañamos, y las uvas son cálidos a nuestro paladar cuando
se maduran en las vides. Pero los ángeles del Padre Celestial no los
podemos ver, sentir ni tocar. ¿Cómo podemos, pues, caminar hacia
ellos en el Edén Infinito? Maestro, dinos qué debemos hacer.
Y el sol de la mañana rodeó su cabeza con una aureola cuando Jesús
los miró y les dijo:
Hijos míos, ¿no sabéis que la tierra y todo lo que mora en ella es
solo un reflejo del Reino del Padre Celestial? Y, como son
amamantados y protegidos por su madre cuando niños y solo vais y os
unís con vuestros padres en el campo cuando ya crecéis, así mismo
los ángeles de la Madre Tierra guían vuestros pasos hacia el que es
vuestro Padre y hacia todos sus ángeles santos y de este modo podéis
conocer vuestro verdadero hogar y convertiros en verdaderos Hijos de
Dios. Mientras seamos niños, veremos los rayos del sol pero no el
poder que los creó, mientras seamos niños oiremos las melodías del
arroyo que fluye, mas no el Amor que los creó, mientras seamos niños
veremos las estrellas mas no las manos que las distribuyó por todo
el espacio como el labrador que esparce sus semillas. Únicamente a
través de las comuniones con los ángeles del Padre Celestial
aprenderemos a ver lo invisible, a oír lo que puede ser oído y
expresar la palabra no hablada.
EL EVANGELIO ESENIO DE PAZ. LIBRO II.
EL LIBRO ESENIO DE MOISÉS. La VISIÓN de ENOCH. Una "revelación"
,Donde Dios habla al hombre
La PRIMERA COMUNIÓN es con el Ángel del Poder, quien llena al sol de
calor y guía la mano del hombre en todas sus obras. Tuyo oh Padre
Celestial fue el poder, cuando hiciste del orden un camino para cada
uno de nosotros y para todo. A través de tu poder, mis pies
encontraron el sendero de la Ley, a través de tu poder, mis manos
ejecutaron tus obras. El río dorado de poder fluye siempre desde ti
hacia mi y mi cuerpo se dirige hacia ti siempre, como las flores se
dirigen hacia el sol, pues no hay otro poder que el que viene del
Padre Celestial, todo lo demás es solo un sueño, una nube de polvo
que trata de cubrir la luz del sol.
No hay hombre que tenga poder sobre el espíritu ni que tenga poder
el día de la muerte. Únicamente el poder que viene de Dios puede
sacarnos de la Ciudad de la Muerte.
Guía nuestros obras y actos oh Ángel del Poder, mensajero santo del
Padre Celestial.
La SEGUNDA COMUNIÓN es con el Ángel del Amor, cuyas aguas mansas
fluyen en una corriente infinita del Mar de la Eternidad.
Bienamados, amaos los unos a los otros, pues el Amor es del Padre
Celestial y todo el que ama nace de la Orden Celestial y conoce a
los ángeles. Pues sin Amor el corazón del hombre es árido y
agrietado como el fondo de una fuente seca y sus palabras son vacías
como una calabaza hueca. Pero las palabras de Amor son como un panal
de miel dulce al alma, las palabras de Amor en la boca del hombre
son como aguas profundas y los manantiales de Amor como un arroyo
que fluye. Si, se dijo en los primeros días: Amarás a tu Padre
Celestial con todo tu corazón, con toda tu mente y con todos tus
actos. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El Padre Celestial es Amor y el que mora en el Amor, mora en el
Padre Celestial y el Padre Celestial en él.
El que no ama es como un pájaro errante fuera del nido, para él la
hierba se acabó y el arroyo tiene un sabor amargo. Y si un hombre
dice: yo amo al Padre Celestial pero odio a mi hermano, es un
mentiroso, pues quien no ama a su hermano que puede ver, ¿cómo puede
amar al Padre Celestial a quien no ve?
Por esto reconoceréis a los Hijos de la Luz; aquellos que caminan
con el Ángel del Amor, pues ellos aman al Padre Celestial y aman a
sus hermanos y acatan la Ley Santa.
El Amor es más fuerte que las corrientes de aguas profundas, el Amor
es más fuerte que la muerte.
La TERCERA COMUNIÓN es con el Ángel de la Sabiduría, quien hizo al
hombre libre de temor, abierto de corazón y sencillo de conciencia.
Sabiduría Santa, el entendimiento que muestras continuamente como un
manuscrito santo que no viene aún a través del aprendizaje. Toda la
Sabiduría viene del Padre Celestial y está con El por siempre.
¿Quién puede contar las arenas del mar, las gotas de lluvia y los
días de la eternidad? ¿Quién puede medir la altura del cielo y la
anchura del universo? ¿Quién puede enunciar el principio de la
Sabiduría?
La Sabiduría se ha creado antes de todas las cosas. Aquel que está
sin Sabiduría es como el que le dice a un leño: Despierta, y a la
piedra muda: Levántate y enseña. Sus palabras son así de vacías y
sus actos inútiles, como un niño que esgrime la espada de su padre y
desconoce su filo cortante. Pero la corona de la Sabiduría hace que
la paz y la salud perfectas florezcan, las cuales son dones de Dios.
Oh, tu, Orden Celestial y tu Ángel de la Sabiduría, te adoraré a ti
y al Padre Celestial por quien –dentro de nosotros, fluye el río de
pensamientos hacia el Mar Santo de la Eternidad.
La CUARTA COMUNIÓN ES CON EL Ángel de la Vida Eterna que trae al
hombre el mensaje de la Eternidad. Porque el que camina con los
ángeles aprenderá a elevarse sobre las nubes y su hogar estará en el
Mar Eterno donde está plantado el Sagrado Árbol de la Vida.
No esperéis la muerte para revelar el gran misterio, si no conocéis
a vuestro Padre Celestial mientras vuestros pies caminan por el
suelo polvoriento, no habrá para vosotros sino sombras en la vida
que está por venir.
Aquí y ahora el misterio se revela. Aquí y ahora se corre el velo,
mas no temas, oh hombre, sujétate de las alas del Ángel de la Vida
Eterna y remóntate por los caminos de las estrellas, la luna, el sol
y la Luz Eterna, moviéndote alrededor de sus órbitas por siempre y
volando al Mar Celestial de Vida Eterna.
La QUINTA COMUNIÓN es con el Ángel del Trabajo, que canta en el
zumbido de la abeja, en su elaboración -sin descanso, de la miel
dorada; en la flauta del pastor que duerme temeroso de que su rebaño
se extravíe, en el canto de la doncella cuando coloca su mano sobre
el huso. Y si pensáis que estas cosas no son agradables a los ojos
del Señor –cuando la más sublime plegaria resuena en la más alta
montaña, entonces vosotros –en verdad, os equivocáis. Pues el
trabajo honesto de las manos humildes es una oración diaria de
acción de gracias y la melodía del arado es un cántico jubiloso al
Señor.
El que come el pan de la pereza, debe morir de hambre, pues un campo
de piedras únicamente produce piedras. Para él el día no tiene
mañana y la noche es un viaje amargo de sueños funestos. La mente
del perezoso está llena de la maleza del descontento, mas el que
camina con el Ángel del Trabajo, lleva dentro de si un campo siempre
fértil, donde maíz y uvas y toda clase de plantas y flores
dulcemente perfumadas germinan en abundancia. Como sembréis así
recogeréis. El hombre de Dios que ha encontrado su designio no
preguntará por ningún otro don.
La SEXTA COMUNIÓN es con el Ángel de la Paz, cuyo beso concede la
calma y cuyo rostro es como la superficie del agua tranquila, donde
la luna se refleja.
Invocaré la Paz, cuyo aliento es benévolo, cuya mano suaviza el
semblante perturbado. En el Reino de la Paz no hay hambre ni sed, ni
corrientes frías ni calientes, ni vejez, ni muerte. Pero el que no
tiene Paz en su alma, no tiene lugar para construir dentro de él el
Templo Sagrado; pues ¿cómo puede el carpintero construir en medio de
un torbellino? La semilla de la violencia solo puede producir
cosecha de desolación y de la tierra árida no crece nada con vida.
Buscad pues el Ángel de la Paz, que él es como la estrella de la
mañana en medio de una nube, como la luna llena, como el hermoso
olivo empezando a dar fruto y como el sol brillando sobre el Templo
del Altísimo.
La paz mora en el corazón del silencio: Serénate y reconoce, soy
Dios.
La SÉPTIMA COMUNIÓN es con el Padre Celestial, quien es, quien fue y
quien será por los siglos de los siglos.
Oh Gran Creador, Tu eres mi refugio y mi fortaleza. Tu eres desde la
eternidad, Señor, Tu has sido nuestra morada en todas las
generaciones. Antes de que las montañas fueran creadas, desde
siempre, tu formaste la tierra por los siglos de los siglos, Tu eres
Dios.
¿Quién ha hecho las aguas y quién hace las plantas? ¿Quién ha atado
al viento, los nubarrones, los veloces e incluso los más veloces?
¿Quién oh Gran Creador?¿está la fuente de Vida Eterna dentro de
nuestras almas? ¿Quién ha hecho la luz y las tinieblas? ¿Quién ha
hecho el sueño y el entusiasmo del despertar? ¿Quién esparció los
atardeceres y la medianoche? Tu oh Gran Creador. Tu has hecho la
tierra por tu poder, has creado el universo por tu sabiduría y has
extendido los cielos por tu Amor.
Si, Tu revelas en mi oh Padre Celestial, tu naturaleza, que es el
poder de los ángeles del Reino Santo.
La inmortalidad y la Orden Celestial tu has dado, oh Creador y lo
mejor de todas las cosas, tu Ley Santa. Alabaré tus obras con
cánticos de acción de gracias, continuamente, en todas las
generaciones del tiempo.
Al llegar el día abrazo a mi Madre, al llegar la noche me uno a mi
Padre y con la llegada del atardecer y de la mañana respiraré tu Ley
y no interrumpiré estas comuniones hasta el fin de los tiempos.
Y en el cielo y la tierra hubo gran silencio y la Paz del Padre
Celestial y de la Madre Tierra brilló sobre las cabezas de Jesús y
de la multitud.
EL PADRE CELESTIAL.
En el Reino de los cielos hay cosas extrañas y maravillosas,
porque por Su palabra existen todas las cosas. Pero aún hay
grandes cosas ocultas, más de lo que éstas pueden ser,
porque no hemos visto sino un poco de sus obras.
El Padre Celestial ha hecho todas las cosas
La belleza de los cielos y la gloria de las estrellas, dan luz en
los altos lugares del Mar celestial. Ellos son centinelas del
Altísimo que continúan en sus sitios y nunca descuidan su
vigilancia.
Mirad hacia el arco iris y alabad al que lo hizo; muy hermoso es su
brillo, pues circunda los cielos con un círculo glorioso y las manos
del Altísimo lo han trazado.
Por Su Ley El hace que la nieve caiga rápido y envía prontamente los
rayos de sus mandatos, así como se abren los tesoros y las nubes
vuelan como aves.
Por Su gran poder, El hace que las nubes permanezcan y se desprenda
el granizo. Con Su mirada sacude las montañas y el viento del sur
sopla por Su voluntad.
El ruido del trueno hace temblar la tierra, lo mismo que la tormenta
que viene del norte y el viento huracanado.
Así como vuelan los pájaros, El dispersa la nieve y el ojo se
maravilla por la blancura de ésta y el corazón se asombra al ver
caer la lluvia. Así los cielos proclaman la gloria de Dios y el
firmamento muestra la obra de Sus manos.
¿Quién hizo las aguas? ¿Y quién las plantas? ¿Quién sometió las
nubes tormentosas a la dirección del viento? ¿Quién creó los vientos
que pasan rápido? ¿Y los que pasan aún más rápido? ¿Quién, oh Padre
Celestial es el creador de la Ley Santa que está dentro de nuestros
espíritus?
¿Quién hizo la Luz y las tinieblas? ¿Quién hizo el sueño y el buen
ánimo que se siente en las horas de vigilia? ¿Quién le dió su ruta
inalterable al sol y a las estrellas, para que fuesen y viniesen
periódicamente?
¿Quién estableció la Ley según la cual la luna crece y disminuye?
¿Quién sino Tu, Padre Celestial, ha hecho estas cosas gloriasos.
Señor, Tu has sido nuestro lugar de habitación durante todas las
generaciones; antes de que las montañas fuesen hechas, o aún antes
de que Tu hubieses formado la Tierra y el universo, aún desde
siempre y por siempre, Tu eres la Ley.
Tu nombre es Entendimiento, Tu nombre es Sabiduría, Tu nombre es El
Bondadoso, Tu nombre es El Invencible, Tu nombre es El Que Hace
Justicia Verdadera, Tu nombre es Aquel que da La Salud, Tu nombre es
el Creador, Tu eres el Defensor, Tu eres el Creador y el
Preservador, Tu eres el Espíritu que Discierne, Tu eres La Ley
Santa.
Estos nombres fueron pronunciados antes de la creación de los
cielos, antes que las aguas y las plantas fuesen creadas, antes del
nacimiento de nuestro Patriarca Enoch.
Desde antes de que el tiempo existiese, el Padre Celestial plantó el
Árbol de la Vida, que permanece por siempre y siempre en medio del
Mar eterno.
En sus ramas más altas canta un ave y sólo aquellos que han viajado
hasta allí y han escuchado el misterioso canto del ave, sólo esos
verán al Padre Celestial, Le preguntarán cuál es Su nombre y El
responderá: Soy el que soy, Siendo siempre el Mismo, porque Soy
eterno.
Oh Tu Padre Celestial, cúan grande es Tu nombre por sobre toda la
Tierra. Has puesto Tu gloria sobre los cielos.
Cuando pensamos que los cielos son la obra de Tus dedos y la luna y
las estrellas Tu las instituiste, ¿qué es el hombre, para que Tu
cuides de él?
Sin embargo has hecho una alianza con los Hijos de la Luz y ellos
caminan con Tus santos ángeles; los has coronado con gloria y honor
y has hecho que tengan dominio sobre las obras de Tus manos y les
has dado la tarea de alimentar y proteger a todo lo que vive y crece
sobre Tu Tierra verde.
Oh Padre Celestial, cuán grande es tu nombre sobre toda la Tierra.
Escucha la voz que clama a Ti.
¿A dónde podría huir de Tu espíritu? O ¿dónde escaparé de Tu
presencia? Si asciendo hasta los cielos, ahí estás Tu. Si hago mi
lecho en el infierno, he aquí que ahí estás Tu. Si tomo las alas de
la aurora y llego hasta las lejanas regiones del mar, aún hasta allá
me conducirá Tu mano y Tu diestra me sostendrá.
Si yo digo: seguramente las tinieblas me cubrirán, aún la noche a mi
alrededor será Luz. Ciertamente, las tinieblas no logran esconderme
de Ti, porque la noche resplandece como el día, las tinieblas y la
luz son iguales para Ti, porque Tu diriges mi destino.
Así como el ciervo busca los arroyos de agua, así mi espíritu
suspira por Ti, oh Dios, mi espíritu ansía al Padre Celestial que
vive por siempre.
La Ley es mi Luz y salvación, ¿a quién temeré? La Ley es la roca y
la fortaleza de mi vida, ¿quién puede intimidarme?
Una cosa he deseado de la Ley y la estoy buscando: que pueda vivir
en la casa de la Ley todos los días de mi vida, para contemplar la
belleza del Padre Celestial.
Aquellos que habitan en el lugar secreto del Altísimo, vivirán bajo
la sombra del Todopoderoso.
Le diremos a la Ley, tu eres nuestro refugio y fortaleza;
confiaremos en la Ley Santa. Y el Padre Celestial nos cubrirá con
sus plumas y bajo sus alas estaremos seguros, su verdad será nuestro
escudo y protección.
No tendremos los terrores nocturnos, ni la flecha lanzada durante el
día, ni la peste que camina en las tinieblas, ni el calor que agobia
al mediodía.
Porque durante el día caminaremos con los ángeles de la Madre Tierra
y durante la noche comulgaremos con los ángeles del Padre Celestial
y cuando el sol alcance su zenit al mediodía, estaremos en silencio
ante la Séptuple Paz.
Y ningún mal nos sucederá, ni calamidad alguna se acercará a
nuestras casas, porque El ha ordenado a Sus ángeles que nos cuiden y
nos protejan en todos nuestros caminos.
El Padre Celestial es nuestro refugio y fortaleza, por eso no
temeremos, aunque la Tierra sea destruida y aunque las montañas sean
llevadas al medio del mar, aunque las aguas del océano bramen y
estén agitadas y aunque las montañas tiemblen por el fuerte oleaje.
Hay un río que fluye hacia el Mar eterno y cerca al río está el
Árbol de la Vida. Allí es donde habita mi Padre y mi morada está en
El. El Padre Celestial y yo somos Uno.
Los Ángeles Solares
Los Ángeles
El Padre Celestial dio a Sus ángeles un encargo respecto a ti;
y ellos te llevarán sobre sus manos hasta el Árbol de la Vida, que
está en medio del Mar Eterno.
Por la sabiduría de la Ley, por el poder invencible de la Ley, por
el vigor de la salud, por la gloria del Padre Celestial y la Madre
Tierra y por todas las bendiciones y remedios de la séptuple Paz,
adoremos a los santos ángeles y que todos sus esfuerzos y comuniones
sean para ellos, porque son ellos los que nos convierten en seres
bondadosos a los ojos del Padre Celestial.
La Ley se cumple de acuerdo con los ángeles, que son seres luminosos
y puros, que con el brillo de sus miradas realizan sus deseos, con
poder y señorío, pues ellos son seres puros e inmutables y ellos son
siete en número y todos los siete tienen un solo pensamiento, son
siete en número y todos los siete hablan un solo idioma, son siete
en número y todos los siete realizan una sola acción.
Y tienen el mismo pensamiento y el mismo idioma y realizan la misma
acción y tienen un mismo Padre, es decir, el Padre Celestial.
Los ángeles ven los espíritus del uno y del otro y son los que traen
el reino de la Madre Tierra y el reino del Padre Celestial a los
Hijos de la Luz que trabajan en el Jardín de la Hermandad.
Los ángeles son los creadores y regentes, los constructores y los
administradores, los guardianes y protectores de la tierra fértil y
de todas las creaciones del Padre Celestial.
Invocamos a los ángeles bondadosos y fuertes del Padre Celestial y
de la Madre Tierra, invocamos al ángel de la Luz, al ángel del
Cielo, al ángel del Agua, al ángel de la Tierra, al ángel de las
Plantas, al ángel de los Hijos de la Luz, al ángel de la Creación
eterna y santa.
Adoramos a los ángeles, porque ellos fueron los primeros que
escucharon los pensamientos y las enseñanzas del Padre Celestial y
de El, los ángeles formaron la semilla que dio origen a las
naciones; adoramos a los ángeles porque ellos fueron los primeros
que tocaron la frente de nuestro Padre Enoch y guiaron a los Hijos
de la Luz a través de los siete y siete senderos que conducen hasta
el Árbol de la Vida, que permanece en medio del Mar eterno.
Adoramos a todos los ángeles, adoramos a los ángeles bondadosos,
heroicos y generosos del mundo físico de la Madre Tierra y a los
ángeles de las esferas invisibles y a los que están en los mundos
celestiales del Padre Celestial.
Adoramos a los ángeles inmortales que siempre son nuestros
bienhechores, a los seres luminosos de faz resplandeciente, adoramos
estas grandiosas y santas criaturas del Padre Celestial, porque son
seres eternos y puros.
Adoramos a los santos ángeles resplandecientes, gloriosos y
bienhechores, que rigen con rectitud y disponen todas las cosas
correctamente.
Escuchad las voces alegres de los Hijos de la Luz, que entonan las
alabanzas de los santos ángeles, pues los Hijos de la Luz trabajan
en el Jardín de la Hermandad.
Le cantamos con regocijo al agua, a la tierra y a las plantas, a
esta tierra y a los cielos, al viento, al sol y a la luna, a las
estrellas eternas que no tuvieron principio y a todas las santas
criaturas del Padre Celestial.
Adoramos a los ángeles de los días y a los ángeles de los meses, a
los ángeles de los años, a los de las estaciones y a todos los
ángeles inmortales, bondadosos y heroicos que nos favorecen y que
sostienen y protegen el Orden Celestial.
Deseamos acercarnos a los ángeles poderosos, a todos los ángeles del
Orden Celestial y a causa de la Ley Santa, que es el mejor de todos
los bienes.
A los ángeles bondadosos e inmortales, quienes ejercen sus gobiernos
con rectitud, les ofrecemos estos pensamientos, que son buenos
pensamientos, estas palabras, que son palabras bondadosas y estas
acciones, que son buenas acciones.
Le ofrecemos estos presentes a los ángeles del día y a los ángeles
de la noche, a los ángeles que viven por siempre y que
constantemente nos ayudan y que viven eternamente con la Mente
Divina.
Que los ángeles bondadosos y heroicos del Padre Celestial y de la
Madre Tierra caminen con sus pies santos por el Jardín de la
Hermandad y que ellos vayan de la manos con nosotros, llevando las
virtudes curativas de sus dones benditos, que son tantas como lo es
la anchura de la Tierra, siendo tan dilatadas como los ríos y tan
altas como el sol, para así ayudar al mejoramiento del hombre y para
que haya cosechas abundantes.
Son ellos, los santos ángeles, los que reconstruyen el universo y
por eso el universo nunca envejecerá y nunca perecerá, nunca entrará
en decadencia, sino que siempre vivirá y continuará expandiéndose.
Entonces vendrán la Vida y la Inmortalidad y el
universo será renovado, la creación se expandirá y no habrá muerte,
florecerá el reino del Padre Celestial y el mal perecerá.