El tiene en su mano izquierda la antorcha ardiente
o una espada flameante, la llama ardiente del amor de Dios. Se lo
considera al Arcángel puesto por el Padre Eterno a las puertas del
Paraíso con su Espada de Fuego. En las imágenes del Arcángel Uriel podemos verlo con una llama de
fuego en una mano y en otra un papiro. El fuego es símbolo de
purificación, la Llama de la resurrección, de la alquimia en el
ser humano, la transformación que todos los seres humanos pasamos
a través del conocimiento (el papiro), el plano mental, de los
pensamientos, las ideas, las lógicas, las filosofías, los estudios
realizados en busca del conocimiento interior y pasan a trasformar
la conciencia interior elevándola.
Es cuando el ser humano se
conecta con su Divina Presencia, reconoce, siente y vive la
experiencia de que Dios es la Fuente de Todo en el Universo.
Cambiamos nuestra mentalidad desde nuestro interior y sentimos la
paz y alegría. Entonces nos trasformamos interiormente viviendo y
sintiendo el Amor Ilimitado de Dios por su Creación y confiamos su
provisión y abundancia infinita. El fuego o la Llama del Arcángel Uriel trasforma, purifica
cualquier situación que haya en nuestras vidas.
Pedimos a Arcángel Uriel, nos libre de caer en la pasión del odio,
la ira y la impaciencia, y también nos proteja de personas y
derrame en nuestro corazón y en el alma de los que nos rodean, el
Amor, dulce, suave y sereno. (En la iconografía se representa a
San Uriel mostrando su pecho y su corazón ardiente de Caridad).
Oración: "San Uriel rodéanos con el Cinturón de Fuego, ven en
nuestra ayuda con tu Ejército Celestial. Y enséñanos a vivir y
hacer como ha hecho Jesús, aquí en la tierra. Amén".
Referencias
históricas a Uriel
En la tradición judía, al Arcángel Uriel se le llama «aquél que
trae la luz a Israel». Se le conoce como el ángel del trueno y los
seísmos y como el ángel del fuego o del infierno. También se le
representa como intérprete de profecías y, a menudo, se le pinta
con un libro o un papiro. En El paraíso perdido , John Milton describe a Uriel como el
«regente del Sol» y «de todo el cielo, el espíritu de vista más
aguda». Algunas tradiciones identifican a Uriel como el ángel que
sacó a Abraham de la ciudad de Ur. Hay quienes lo identifican como
el ángel que luchó con Jacob (otros dicen que fue el Arcángel
Chamuel). También se dice que fue él quien destruyó los ejércitos
de Senaquerib. El nombre de Uriel no se encuentra en la Biblia, pero sí lo
mencionan otros textos judíos y cristianos que lo califican como
serafín, querubín, ángel de la Presencia y vigilante del mundo y
de la sección inferior del Hades.
Algunas obras lo identifican
como uno de los querubines que Dios puso al este del jardín del
Edén. En el Libro de Henoc, Uriel «junto con Miguel, Gabriel y Rafael»
es uno de los ángeles de mayor importancia. Acompaña a Henoc
durante sus viajes por el cielo y el infierno, y previene a Noé
del diluvio que se avecina; algunas tradiciones afirman que Uriel
fue enviado para enseñar a Noé a sobrevivir al diluvio. En el segundo libro de Los oráculos sibilinos, se nombra a Uriel
como uno de los ángeles que conduce a las almas al juicio. Los
oráculos sibilinos fueron usados para propagar la doctrina judía y
cristiana entre los paganos y contienen predicciones de
infortunios y desastres que van a sobrevenir a los hombres. Fueron
citados cientos de veces por los padres de la iglesia en sus
escritos.
El segundo libro de Los oráculos sibilinos dice: «Los
imperecederos ángeles del Dios inmortal, Miguel, Gabriel, Rafael y
Uriel, que conocen los males de todos, llevan a las almas de los
hombres desde la fangosa oscuridad al juicio, al tribunal del gran
Dios inmortal. [ ... ] Uriel, el gran ángel, quebrará los inmensos
cerrojos, hechos de inquebrantable e inflexible acero, de las
puertas del Hades. [ ... ] Las abrirá de par en par y al juicio
llevará a todos los cuerpos afligidos, especialmente a los
antiguos espectros: los titanes, los gigantes y todos aquéllos que
el diluvio destruyó; también llevará a juicio a aquéllos que las
olas de los mares destruyeron en los océanos, y a aquéllos que
fueron devorados por las fieras, las serpientes y las aves: a
todos éstos presentará ante el tribunal».
Uriel ocupa un lugar clave en El cuarto libro de Ezra, un libro
apócrifo que en la literatura judía se considera como uno de los
textos de mayor belleza. Esta obra ejerció gran influencia en la
iglesia cristiana primitiva y llegó a ser usado como parte de la
liturgia, además de dar forma a las creencias medievales sobre el
final de los tiempos.
En El cuarto libro de Ezra, Uriel interpreta las visiones de Ezra
y le enseña los secretos del universo, respondiendo a las
preguntas que Ezra le plantea sobre el juicio del hombre, sobre
las señales del final de los tiempos que se avecina, sobre si los
justos pueden interceder a favor de los impíos y sobre el destino
de los malignos. En los escritos de los gnósticos, Uriel es llamado Suriel y es
considerado regente de una de las siete esferas planetarias.