El Pequeño Pez
Autor:
Antohny de Mello
"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con
más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme.
Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado
buscando por todas partes, sin resultado".
"El Océano", respondió el viejo pez, "es donde estás ahora mismo".
"
¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el
Océano", replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras
se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando el
lenguaje de los sannyasi:
"He estado buscando a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado
buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está:
en lo alto de los montes, en el centro del desierto, en el
silencio de los monasterios y en las chozas de los pobres".
"¿Y lo has encontrado?", le preguntó el Maestro.
"Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. NO; no lo he
encontrado. ¿Y tú?"
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la
habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones
gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera
cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera.
Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto
de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí
y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del
Maestro y se fue a buscar a otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez.
No hay nada que buscar.
Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar.
No puedes dejar de verlo.