El Autor De La Vida
Una historia que nos
enseña a valorar la libertad que Dios nos confía
Sentado ante el gran
escritorio el autor abre el gran libro. No contiene palabras por que
éstas no existen. Y no existen por que no se necesitan. No hay oídos
para oírlas, ni ojos para leerlas. El autor esta solo, toma el gran
bolígrafo y empieza a escribir.
Como el artista combina
los colores y el tallador las herramientas, el autor une las
palabras. Hay tres. Tres únicas palabras. De esas tres surgirán un
millón de pensamientos. Pero la historia depende esas tres palabras.
Toma su bolígrafo y
escribe la primera palabra: tiempo. El tiempo no existía hasta que
el lo escribe. El, El mismo es sin tiempo, pero su historia se
encerrará en el tiempo. La historia tendrá un primer amanecer, un
primer movimiento de la arena. Un comienzo... y un termino. Un
capítulo final. El lo sabe antes de escribirlo: tiempo, la distancia
de un paso en el sendero de la eternidad.
Despacio, tiernamente, el
autor escribe las segundas palabras. Es un nombre Adán mientras lo
escribe lo ve, al primer Adán. Luego ve a los demás. En mil eras, en
mil tierras, el autor los ve a todos. A cada Adán. A cada hijo. Los
ama al instante, los ama para siempre. A cada uno le asigna un
tiempo. A cada uno le señala un lugar. No hay accidentes, no hay
coincidencias. Solo designio.
El autor promete a los que
aún no han nacido: "los haré a mi imagen; serán como yo: reinaran,
crearán, nunca morían. Y escribirán, ya que tendrán que hacerlo por
que cada vida es un libro, no para leerse, sino para escribirse".
El autor comienza la
historia de cada vida escribirá su propio final. Que riesgosa
libertad habría sido más segura terminar la historia de cada Adán.
Escribir cada alternativa. Pudo haber sido más simple. Más seguro.
Pero no habría sido amor. Amor es Amor solo si escoge.
Así es que el autor
decidió dar a cada hijo un bolígrafo. "Escriban con cuidado",
susurró.
Con todo amor,
deliberadamente, escribió la tercera palabra sintiendo ya el dolor:
Jesús, la más grande mente en el universo imagino en el tiempo. El
juez más justo concedió a Adán una elección. Por el amor fue el que
dio a Jesús : "Dios con nosotros".
El autor entraría en su
historia. El verbo se haría carne. El también nacería. El también
llegaría a ser humano.
El también tendría pies y
manos. El también tendría lágrimas y desafíos que enfrentar. Y lo
más importante: también tendría que tomar una decisión. Jesús se
levantaría en la encrucijada de la vida y la muerte y tomaría una
decisión.
El autor conoce bien el
peso de esa decisión. Hace una pausa y escribe la página de su
propio dolor. Pudo haberse detenido allí. Hasta el autor tiene que
tomar una decisión. Pero ¿como podría el creador no crear? ¿Como
podría un escritor no escribir? Y ¿como podría el Amor no Amar?
Así es que el elige la
vida, aunque esta significa la muerte, con la esperanza de que sus
hijos hagan lo mismo. Y así el autor de la vida completa su
historia, clava una clavo en la carne y rueda la piedra sobre la
tumba. Y, sabiendo la elección que va a hacer, conociendo la
elección que todos los "adanes" van a hacer, escribe: FIN.
Cierra el libro y anuncia el
principio.