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El
Perfume del Saber
En cierta
oportunidad estaban en un convento trabajando arduamente los monjes,
cuando en forma imprevista llegó otro monje peregrino que se
dedicaba a predicar las cosas de Dios. Golpeó la puerta principal y
les dijo a los laboriosos religiosos del convento: " Vengo a
visitarles para hablarles del Señor".
Los monjes que estaban muy atareados, de inmediato empezaron a
murmurar entre ellos: "¿Qué puede enseñarnos éste que nosotros no
sepamos?"
"¡Sólo llega este peregrino a hacernos perder el tiempo!",
comentaban contrariados.
Y en medio de ese descontento, decidieron insinuarle muy sutilmente
que no podrían detenerse para escucharlo.
Entonces, uno de los monjes, le ofreció como cena sólo un vaso de
leche diciéndole: "Mira, es lo único que tenemos para darte de
comer; no tenemos tiempo en prepararte otra comida".
El monje peregrino, que no era tonto, interpretó inmediatamente la
indirecta, y colocando un pétalo de rosa sobre el vaso de leche que
le habían ofrecido, dijo: "Ves, este pétalo que he agregado a la
leche flota en la superficie, pero no hace rebasar el vaso. Por el
contrario, no sólo que no ocupa lugar, sino que además perfuma la
leche que me trajiste".
El monje del convento calló y se retiró avergonzado: Él también
había captado el sutil mensaje de respuesta.-
Moraleja: "Por más que estemos atareados, siempre debe haber un
tiempo en nuestra vida y un lugar en nuestro corazón para escuchar
las cosas de Dios. Lo que escuchemos y aprendamos acerca de Él, no
sólo no "rebasará" nuestros conocimientos u ocupará inútilmente
nuestro tiempo, sino que por el contrario, contribuirá a "perfumar"
y hacer más bella nuestra existencia".
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