Bienes
Invisibles
Juan es un chico de siete años
que vive con su mamá, una pobre costurera, en un diminuto apartamento de una
pequeña ciudad. La noche del 5 de enero, el chico espera ansioso en su cama la
venida de los tres Reyes Magos. Según la costumbre de su país, ha colocado en la
chimenea un gran calcetín de lana, esperando encontrarlo a la mañana siguiente
lleno de regalos.
Pero su mamá sabe que no habrá regalos para
Juan por su falta de dinero. Para evitar su desilusión, le explica que hay
bienes visibles que se compran con dinero y bienes invisibles que no se compran
ni se venden ni se ven, pero que lo hacen a uno muy feliz, como el cariño de la
mamá por ejemplo.
Al día siguiente Juan despierta, corre a la
chimenea y ve su calcetín vacío. Lo recoge con emoción y alegría y se lo muestra
a su mamá: "¡Está llena de bienes invisibles!" le dice y se le ve feliz.
Por la tarde, Juan va al salón parroquial
donde se reúnen los chicos cada cual mostrando con orgullo sus respectivos
regalos. "Y a ti, Juan, ¿qué te han traído los Reyes Magos?" le preguntan.
Juan muestra feliz su calcetín vacío: "¡A
mí me ha traído bienes invisibles!" contesta. Los chicos se ríen de él. Entre
ellos Federico, un niño consentido quien tiene el mejor regalo, pero no es
feliz. Por envidia, sus compañeros se burlan de él porque su precioso auto a
pedales no tiene marcha atrás. Federico, enfurecido, destruye el valioso
juguete.
El papá de Federico se aflige y se pregunta
cómo podría complacer a su hijo. En eso ve a Juan, sentado en un rincón, feliz
con su media vacía. Le pregunta: "¿Que te han traído los Reyes Magos?"
"A mí, bienes invisibles" contesta Juan
ante la sorpresa del papá de Federico y le explica que no se ven ni se compran
ni se venden, como el cariño de una mamá.
El papá de Federico comprendió. Los muchos
regalos visibles y vistosos no habían logrado la felicidad de su hijo. Juan
había descubierto gracias a su mamá el camino hacia la felicidad.