Acoger
al Espíritu y sus dones
Un hombre de Dios bajó al pueblo para anunciar a sus habitantes que
el Espíritu Santo iba a ser derramado sobre ellos cuando volviera a
amanecer. Aquella noticia les llenó de entusiasmo e hicieron todos
los preparativos para recibirlo.
Pero al llegar
el momento indicado, sólo unos pocos lo recibieron y pudieron
beneficiarse de todos sus dones; a los demás, les pasó totalmente
desapercibido aquel Espíritu.
Éstos, viendo
lo alegres que estaban los que lo habían recibido, se marcharon
indignados en busca del hombre de Dios para protestar por lo
ocurrido.
Él les dijo:
- De nada vale que venga la fuerza del viento, si las velas de
vuestros barcos no están desplegadas para dejarse llevar por él.
A esto contestaron irritados:
- Pero si nosotros no vimos venir ningún viento ni nada que se le
pareciese. Sólo vimos salir el sol, como todos los días, y nada más.
Y el hombre de Dios les respondió:
- El Amor gratuito, al igual que el viento, no puede verse con los
ojos, sólo puede percibirse desde el corazón. Y por lo que parece,
vuestros corazones están cegados, porque no se dejan arrastrar por
la fuerza del Amor que continuamente Dios está derramando sobre
vosotros.
Al escuchar estas palabras, le preguntaron:
- ¿Y cuándo dejaremos de estar ciegos?
Y aquel hombre respondió:
- Cuando dejéis de ver salir el sol con la rutina de todos los días;
cuando dejéis de dar por supuestas tantas cosas que os rodean, y que
son un regalo gratuito del que sólo podréis disponer ese día.
Entonces, y sólo entonces, estaréis preparados para ver y recibir al
Espíritu que os sostiene y os envuelve cada día.
Autor/a: Desconocido/a