Los ángeles son energía pura,
espíritus trascendentales. Fueron creados perfectos, libres de las
condiciones humanas. Son seres de luz que existen para alabar a
Dios. Están en el mundo antes que el ser humano. Su función es
concentrar, intensificar y amplificar las energías de Dios en
beneficio de toda la creación, atendiendo las necesidades de la
humanidad, exaltando los sentimientos de fe, esperanza, caridad,
honor, integridad, verdad, libertad, misericordia y justicia.
Son identidades divinas que
encauzan la energía celestial para resolver los conflictos del
universo. Protegen nuestra energía espiritual, nos alertan en
momentos de peligro siempre están dispuestos a servirnos de
acuerdo a nuestras necesidades y nos acompañan para concretar
nuestros potenciales en todos los niveles. Expanden el espíritu de
la vida y renuevan todo lo que tocan. Son la revelación de amor
divino, de la sabiduría y del poder absoluto.
Tienen la capacidad de
adoptar diferentes formas para presentarse ante nosotros cuando es
necesario.
Su nombre deriva del latín
Ángelus y del griego Angelos, cuya interpretación es“Mensajero de
Dios”.
Cuenta una leyenda que desde
nuestro nacimiento, un ángel apoya un dedo sobre nuestros labios y
dice:” Calla no digas lo que sabes”. Por eso nacemos con una
hendidura en el labio superior, sin recordar nada del sitio de
donde venimos.
Ellos pueden pasar por
nuestra vida, sin que seamos capaces de reconocerlos. No existe
ser humano que no haya sido visitado alguna vez por un Ángel. Sin
embargo, no todas las personas están dispuestas a admitir que han
recibido su visita.
Existen distintos Ángeles,
según el elemento que les fue asignado para extraer su energía y
encausarla en beneficio de los hombres. Ellos son:
Ángeles de fuego:
nivel espiritual o energético, su color es el rojo. Ellos son los
portadores del fuego de la acción, el trabajo, la labor, todo
aquello que nos movilice. Es la esencia Divina que cada uno lleva
dentro. Es la presencia de Dios, dentro de nosotros. Es el amor,
las pasiones, la energía sexual, es la fuerza para realizar cosas
positivas y también es la agresión y el odio. La acción es la
clave del elemento fuego, ya sea orientada hacia el exterior o
dirigida hacia tu interior.
Ángeles de tierra:
nivel físico o concreto, su color es el verde. Ellos fecundan, dan
forma, resistencia y hacen realidad a nuestros anhelos, en su
descenso ellos traen fortunas y abundancia. Son ángeles de
materialización, ejecución, construcción y consistencia. El
elemento tierra representa nuestro cuerpo físico. Se le asigna la
facultad de poder recibir y anular descargas de energías negativas
y materiales. Es la gran encargada de conservar el equilibrio de
la vida humana.
Ángeles de aire:
nivel mental o de inspiración, su color es el amarillo. La clave
es la ligereza es la clave, ellos anuncian cambios,
transformaciones. Son ángeles de Alegría, ligereza, liviandad,
inteligencia y movimiento. El elemento aire es el comunicador o
mensajero de los distintos niveles astrales o espirituales.
Utilizamos el Aire como trasmisor para alejar las entidades
negativas de un lugar específico.
Ángeles de Agua:
nivel emocional o sentimental, su color es el azul. Son ángeles de
serenidad, paz, armonía y protección. Ellos anuncian que es
momento de higienizar, refrescar y atender a nuestros
sentimientos. El elemento agua siempre estuvo ligado a los
rituales de purificación, se ha usado siempre en rituales de
exorcismos, por poseer la facultad de retener en su seno a las
energías negativas, además de ser un Elemento altamente conductor
de vibraciones energéticas. Preside las emociones del
inconsciente.
Arcángeles:
Su color es el blanco. Ellos traen consigo energía eminente, su
poder de luz es una vibración muy fuerte que corresponde a las
cuatro potencias espirituales.
Nos sentimos desamparados, ya
no elevamos nuestra mirada al cielo, transitamos por la vida,
temerosos por el futuro y perturbados por el presente.
El primer paso
para relacionarnos con los Ángeles es admitir completamente
nuestra vida, tal como es. Este es el punto de partida para poder transformarla.