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Ángeles en la Tierra
 

Autor: Julio García Briceño

Dios estaba en el cielo mirando como actuaban los hombres en la tierra. Entre ellos, la desolación reinaba.

¡Mas de 5 mil millones de seres humanos son pocos para alcanzar la magnificencia divina del amor! -suspiró el Señor. El Padre vio a tantos hermanos en guerra, esposos y esposas que no contemplaban sus carencias, ricos y pobres apartados, sanos y enfermos distantes, libres y esclavos separados.

Un buen día reunió un ejército de ángeles y les dijo: ¿Veis a los seres humanos? ¡Necesitan ayuda! Tendréis que bajar vosotros a la Tierra.

- ¿Nosotros -, dijeron los ángeles ilusionados, asustados y emocionados, pero llenos de fe.

- Sí, vosotros sois los indicados. Nadie más podría cumplir esta tarea. ¡Escuchad! Cuando creé al hombre, lo hice a imagen y semejanza mía, pero con talentos especiales para cada uno. Permití diferencias entre ellos para que juntos formasen el reino. Así lo planeé. Unos alcanzarían riquezas para compartir con los pobres. Otros gozarían de buena salud para cuidar a los enfermos. Unos serían sabios y otros muy simples para procurar entre ellos sentimientos de amor, admiración y respeto. Los buenos tendrían que rezar por los que actuaran como si fueran malos. El paciente toleraría al neurótico. En fin, mis planes deben cumplirse para que el hombre goce, desde la Tierra, la felicidad eterna. Y para hacerlo ¡vosotros bajareis con ellos!

- ¿De qué se trata? - los ángeles preguntaron inquietos. Entonces el Señor explicó su deber.

- Como los hombres se han olvidado de que los hice distintos para que se complementasen unos a otros y así formaran el cuerpo de mi hijo amado, como parece que no se dan cuenta de que los quiero diferentes para lograr la perfección, bajarán ustedes con francas distinciones.

Y dio a cada uno su tarea:

 

- Tú tendrás memoria y concentración de excelencia: serás ciego. Tú serás elocuente con tu cuerpo y muy creativo para expresarte: serás sordomudo. Tú tendrás pensamientos profundos, escribirás libros: serás poeta; tendrás parálisis cerebral. A ti te daré el don del amor y serás su persona, habrá muchos otros como tú en toda la Tierra y no habrá distinción de raza porque tendrás la cara, los ojos, las manos y el cuerpo como si fueran hermanos de sangre: tendrás síndrome de down. Tú serás muy bajo de estatura y simpatía y tu sentido del humor llegará hasta el cielo: serás gente pequeña. Tú disfrutarás la creación tal como lo planeé para los hombres. Tendrás discapacidad intelectual y mientras otros se preocupan por los avances científicos y tecnológicos, tú disfrutarás mirando una hormiga, una flor. Serás feliz, muy feliz porque amarás a todos y no harás juicio de ninguno; tú vivirás en la Tierra, pero tu mente se mantendrá en el cielo; preferirás escuchar mi voz a la de los hombres. Tendrás autismo. Tú serás hábil como ninguno, te faltarán los brazos y harás todo con las piernas y la boca.

Al último ángel le dijo:
 

- Serás genio, te quitaré las alas antes de llegar a la Tierra y bajarás la espalda ahuecada, los hombres repararán tu cuerpo, pero tendrás que ingeniártelas para triunfar. Tendrás mielomenningocelle, que significa miel que vino del cielo.

Los ángeles se sintieron felices con la distinción del Señor, pero les causaba enorme pena tener que apartarse del cielo para cumplir su misión.

- ¿Cuánto tiempo viviremos sin verte? ¿Cuánto tiempo lejos de ti?

- No os preocupéis, estaré con vosotros todos los días. Además esto durará sólo entre 60 y 80 años terrenos.

- Está bien, Padre. Será como dices. 80 años son un instante en el reloj eterno, aquí nos vemos "al ratito"- dijeron los ángeles al unísono y bajaron a la Tierra emocionados.

Cada uno llegó al vientre de una madre. Ahí se formaron durante 6, 7, 8 o 9 meses. Al nacer, fueron recibidos con profundo dolor, causaron miedo y angustia. Algunos padres rehusaron la tarea; otros la asumieron enojados; otros se echaron culpas hasta disolver su matrimonio y otros más lloraron con amor y aceptaron el deber.

Sea cual fuera el caso, como los ángeles saben su misión y sus virtudes son la fe, la esperanza y la caridad, además de otras, todas gobernadas por el amor, ellos han sabido perdonar y con paciencia pasan la vida iluminando a todo aquel que los ha querido amar. Siguen bajando ángeles a la Tierra con espíritus superiores en cuerpos limitados y seguirán llegando mientras haya humanidad en el planeta,

Dios quiere que estén entre nosotros para darnos la oportunidad de trabajar por ellos, para aprender de ellos. Y trabajar es servir, servir es vivir y vivir es amar, porque la vida se nos dio para eso. "El que no vive para servir, no sirve para vivir".

- Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego? ¿Él o sus padres?

- Ni él ni sus padres, nació así para que se vieran en él las obras de Dios.

 

Y las obras de Dios también se hacen a través de los hombres. Estas obras son las de misericordia, especialmente con aquellos que más nos necesitan. ¿Ven por qué tantas diferencias?

 

 

 

 

 

 

 

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